NUESTRO FINAL

NUESTRO FINAL

martes, 23 de abril de 2013

EL ÚLTIMO GRITO


De  repente  algo me despierta sobresaltado en plena noche. Ahogado en sudor, salto de la cama y miro por la ventana hacia la procedencia de aquel ruido espantoso.  Todo parece  estar en calma, pero es una calma nerviosa, tensa y llena de temor,  algo oculto se esconde en esta calurosa noche de verano, no sé qué es pero me pone la carne de gallina. No se oyen ni siquiera perros ladrar. Me visto con cualquier cosa y  con  los oídos bien abiertos,  salgo de la habitación y bajo las escaleras lentamente en dirección a la puerta. Mientras bajo,  se me vienen a la cabeza aquel día  trágico nacido del infierno, hace ya 30 años y ensombrecido de casi 13 terribles asesinatos  y mutilaciones que asolaron a este pueblo castellano-leonés de poco más de 300 habitantes y cuyas víctimas aparecieron esparcidas en varios contenedores de basura. “¡Bah!” Pensé, “eso paso hace muchos años y seguramente este ruido no habrá sido nada”. Ya en la puerta de la calle todo está en relativa calma. Cierro la puerta despacio y me dispongo a bajar calle abajo para echar un vistazo rápido y volverme a la cama. Ya casi al final me invade un apestoso hedor  nauseabundo que parece venir del contenedor de basura de la esquina de enfrente. Lentamente me acerco y abro la tapa.Un susto descomunal hace que me tire para atrás  a la vez que una ostia apestosa  impacta en mis narices.  Es  Jaime, el borracho del pueblo, un tipo gordo y bonachón que en su vida había matado una mosca, con la cabeza cortada y el miembro viril metido en su boca. Todavía tenía una botella de JB en la mano. La expresión de sus ojos casi salidos de las orbitas adivinaba que había visto a su asesino. “Dios mío, ha vuelto”. Un pánico atroz me envuelve y mirando hacia mí alrededor, por si estuviera cerca,corro despavorido poseído en el más descomunal terror  hacía  la casa  del alcalde.El cura, que mató en aquella noche del infierno, de la que nadie quiere hablar ni acordarse,  a casi 13 personas, en una noche como está precisamente. A todas las victimas  las cortó la cabeza, entre otros miembros que no diré para no herir sensibilidades, casualmente ninguna de las victimas acudía a la iglesia. “Pero Jaime  ¡Ay Dios mío!” quedó muy mal herido y se libró de milagro, porque  fue cuando lo atraparon entre varios vecinos con el hacha todavía en sus manos, a punto de rematarle.  Ahora parece que ha vuelto del inframundo donde cumple condena eterna para rematar su venganza. “Pero no puede ser”, fue condenado a garrote vil y además murió como un cerdo asesino” pienso mientras corro a dar aviso.  Me paro justo al doblar una esquina  por si me siguen.  Nadie hay por la calle ni se oye nada, ni el ladrido de algún  puto perro “¡Que raro!”. Tras breves instantes con el oído bien abierto y el corazón que parece salírseme del pecho, completamente cagado de miedo en esta puta noche sin luna precisamente y de una oscuridad nacida de las mismas entrañas del infierno  voy calle abajo para avisar a Rafa, el alcalde.




Ya casi en la casa, me fijo que tiene la puerta abierta. Sin entrar  y con voz muy baja “Rafa” “Rafa” empiezo a llamarle a través de la oscuridad. Como no oigo nada entro muy despacio cuando de repente choco con algo, no sé lo que es, busco rápidamente el interruptor de la luz“¡AAAAAHHHH!” El alcalde está colgado boca abajo por la lámpara con las manos atadas atrás, decapitado,  con la cabeza clavada en una hoz  y tirada por el suelo y con esa misma expresión en los ojos de Jaime. “¡Dios mío!”grito cagado de miedo ya en los pantalones y  llorando sin control ninguno voy atropelladamente a  por el teléfono y observo  que está destrozado y sin línea.Salgo de la casa a toda velocidad para pedir ayuda cuando de repente siento un terrible dolor en mi espalda, algo me atraviesa el pecho, como una especie de cuchillo jamonero, ¡AAAAAAHHHHH! Grito y caigo al suelo retorcido de dolor, mi asesino que no veo quien es, me agarra de los pelos y me arrastra calle   arriba  gritando y dejando un rastro de sangre que se me escapa por el pecho. Casi muerto ya, con la sangre saliéndome  a  borbotones con el cuchillo atravesado en mi pecho,  acierto a decir “¿Por qué?”,a la vez que un chorro de sangre sale de mi boca,de repente se para  y se da la vuelta. Por fin contemplo el rostro de mi asesino:“¡NO PUEDE  SER, ES ÉL! ¡AAAAAHHHHHH!” Sumergido en el mas completo terror grito con mis pocas fuerzas viendo el hacha caer sobre mi……

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